Eterna oscuridad de una mente con recuerdos

miércoles, 28 de febrero de 2018

Brigsby Bear: Tan real como la ficción, tan sorprendente como la vida misma

Es una de esas películas que llegan por casualidad, sin esperarlo, sin publicidad y de hecho sin siquiera distribución en cines en este país. Está protagonizada por Kyle Mooney, Mark Hamill o Greg Kinnear y es una de las películas más sorprendentes del año.

Aunque se estrenó en Sundance en 2017 con la amplia aceptación de la crítica, no consiguió distribución en España y ha tenido que venir directamente al mercado doméstico de mano de Sony. Siempre es una pena que estas películas se pierdan entre el mar de cintas con dinero para una publicidad decente, porque desde luego 'Brigsby Bear' debería estar en todas las entregas de premios, ya que para mí supera a otras que sí lo están.

Pero ¿De qué va 'Brigsby Bear'? La verdad es que cuanto menos sepas de ella, mejor, juega mucho con las sorpresas, es un experimento extraño que sin embargo no puedes dejar de mirar. Pero para poner en contexto trata sobre un programa de televisión mezcla entre Barrio Sésamo, Los Teletubbies y Star Wars que solo ve un chico en el mundo, nuestro protagonista, que al ver que el programa queda inacabado querrá completarlo por su cuenta.

Leyendo solamente ese fragmento sin duda podemos decir que es original, pero no tienes ni idea de todo lo que esconde debajo. Es una historia sobre el poder de la ficción en las personas, sobre cómo cambia las vidas y lo importante que puede llegar a ser para alguien. Por ello lo mejor de la película me parece la elección de Mark Hamill como padre del protagonista, es la metáfora perfecta.

Sin duda es una película que merece nuestro tiempo por hacernos reflexionar sobre la nostalgia, sobre madurar, lo que nos hace ser quienes somos y sobre superar traumas. Pero hay mucho más que decir.


SPOILERS desde aquí:

Pero vayamos de lleno a lo que ocurre en la película, porque nada más comenzar nos encontramos con un chico viendo un programa infantil y bastante cutre, sin embargo está fascinado, como cuando nos fascinábamos nosotros la ver cualquier cosa en la tele. Él está viendo a un oso parlante luchar contra un sol, parlante también, claro, parece la versión crecida de aquel sol sonriente que salía en los Teletubbies.

El caso es que tiene la habitación llena de merchandising de la serie, como cuando teníamos cien juguetes nosotros, es un absoluto fan y de hecho sus padres al parecer también, aunque su relación y costumbres son un poco extrañas, sobretodo sorprende el hecho de que fuera de la casa no se pueda salir sin máscara, ya que el aire está contaminado. Pero aquí viene el detonante de la película cuando vemos que todo ello es una mentira y en realidad sus padres, no son sus padres.


En ese momento la película se pone interesante al ver al pobre chico ingenuo intentando remodelar su vida. Sobretodo porque en el mundo real, no existe el programa de Brigsby Bear. La película nunca se pondrá totalmente dramática, esto en sí también es una sorpresa, porque todo lo que siente el protagonista va por dentro, sabe que ha vivido una mentira, sin embargo para él lo único real es Brigsby y lo que le hacía sentir.

Esto recuerda a nuestras vidas, las vidas de miles y millones de personas que no tienen suficiente en el día a día y tenemos que escudarnos en la ficción, series o películas, por ejemplo Star Wars, la saga de ciencia ficción por excelencia. Por ello decía que la elección de Mark Hamill es perfecta, porque él es nuestro Brigsby así como lo es para su "hijo", él es el que nos salva del mundo real, aunque sepamos que no es real.


Por ello me parece una película perfectamente construida, que juega con nuestra percepción de la realidad y lo que es importante para nosotros. Porque a veces una ficción hace que podamos tener una mejor vida real. Es difícil dejar los traumas atrás y evolucionar, pero quizá visitando otros mundos hallemos la respuesta.

Yo, Tonya o el manual para destrozar la vida a una persona

La cinta protagonizada y producida por 'Margot Robie' nos cuenta la caótica y loca vida de la patinadora olímpica Tonya Harding, que como bien reza la cinta al principio, se ha construido mediante los extrañas y confusas declaraciones que realizaron todos sus protagonistas.

Craig Gillespie construye todos los fragmentos de la caótica vida de de Tonya Harding en una narración ágil y dinámica, muy al estilo de películas como 'Uno de los nuestros' o 'Casino' para retratarnos cómo fue la vida desde los ojos de Tonya o de los de su novio y futuro marido. Como en toda historia real, nunca sabremos al 100% qué es real y qué inventado, pero es ese juego el que nos tendrá pendientes durante toda la historia.

Personalmente no conocía a esta patinadora artística que acabó convirtiéndose en la antiheroína perfecta para América, ya que ese es el otro punto fuerte de la película, el mensaje que da de los medios de comunicación, cómo convirtieron a Tonya en alguien a quien odiar, porque lo necesitan, nada une más a un país que un enemigo común ¿Os suena?


Y es que como siempre pasa, es muy fácil hablar desde fuera, Tonya venía de una familia pobre, no tenía el glamour de una chica que se dedica al patinaje y eso lo lastró toda su vida. Para mí la conversación con uno de los miembros del jurado en un parking resume la película perfectamente. Pero claro, eso era solo el exterior.

Por dentro Tonya cargaba con el peso de esa relación tóxica que no desaparecía nunca y mirando más atrás, con esa madre aún más dañina para ella, increíblemente interpretada por Allison Janney y absolutamente despreciable. Personas como ella son las que deberían acabar entre rejas por destrozar vidas completas.


El único punto negativo es su CGI al poner la cara de Margot en la patinadora, queda bastante cutre, pero no resta al conjunto final, porque es una película maravillosa en realización, guion e interpretaciones, se merecía más presencia en los Oscar y en todos los premios, pero ya veis, a quedado relegada como ya lo hiciera la propia Tonya. Qué mundo más irónico.

sábado, 24 de febrero de 2018

Mudo: Una película que no tiene mucho que decir

La nueva película de Duncan Jones que venía de decepcionar a muchos fans con 'World of Warcraft' pero que sin embargo nos había sorprendido con 'Moon', volvía a las pantallas -la pequeña en este caso- de la mano de Netflix, para traernos un neo-noir futurista que desde luego llamaba nuestra atención.

Lo malo es que como ya pasara con su anterior película, esta vez se queda en un casi, casi, pero no.  La película presenta a un hombre interpretado por Alexander Skarsgård que buscará desesperadamente a la chica a la que ama después de desaparecer repentinamente. Al parecer por la sinopsis no nos enseñará nada que no hayamos visto mil veces, y efectivamente, no lo hará. La historia es absolutamente convencional, si no fuera por el maravilloso envoltorio, sería una película de los domingos de antena 3.

El protagonista es soso, y no porque sea mudo, si no porque no tiene chicha, de hecho era un gancho prometedor eso de tener a una persona muda en un mundo futurista, pero no se aprovecha nada en absoluto esa faceta. Porque por el lado de los villanos tenemos a un Paul Rudd que como contrapunto habla mucho y efectivamente, no dice nada. La película juega con la doble narración de la historia de estas dos personas, pero a veces cansa, no sabes a dónde van y hay escenas largas o que sobran.


Parece una primera versión de guion de algo interesante que podría haber llegado a ser muy bueno, pero ahí se queda, en un mundo futurista, colorido, interesante, con una foto y un arte que destacan mucho, pero con una historia que no hay por donde cogerla, siempre estás esperando algo que cuando llega no puedes creer que sea solo eso. Sobretodo por haber desaprovechado todo lo que tenían, incluso unos personajes con media cara tatuada de negro como si fuera un pañuelo y los ojos blancos. Da la sensación que la misma película en Japón o Corea habría sido cien veces más brutal.

la verdad es que es una pena, porque es bonita de ver y te interesa ese mundo, hay ciertos detalles muy interesantes y las referencias a 'Moon' son graciosas, pero no hay más. Duncan Jones se ha preocupado más por la estética que por lo que quería contar, aunque la verdad es que parece que no tenía nada que decir.

Lo mejor: la fotografía, el arte y ese universo neo-noir futurista.

Lo peor: la historia o la falta de ella. El pobre prota.